En Francia discuten una ley para prohibir el desecho de ropa
¿Qué pasa cuando las prendas de ropa nueva no se venden? ¿Qué pasa cuando esas prendas de ropa se convierten en kilos y kilos de excedente? ¿Qué pasa cuando se queman o se destruyen kilos y kilos de excedente que demandaron enormes recursos para ser producidos? En Francia se está trabajando en una medida concreta para evitar el monumental impacto ambiental que se genera cuando se destruyen las prendas de indumentaria que no llegan a comercializarse
Mucho se viene hablando sobre la sustentabilidad de la moda. Los consumidores cambian sus hábitos, los diseñadores de indumentaria buscan opciones de confección más amigables con el medio ambiente y las marcas fashion promueven desde sus discursos y sus productos, propuestas que exaltan la importancia de tomar conciencia. Lo hacen porque eso «vende» pero, además, porque es una necesidad real: se trata de una industria tremendamente contaminante – en el siguiente escalón debajo de la producción petrolera- y, tal como la conocimos, no va más.
Por eso, también se están debatiendo políticas públicas como la iniciativa de proyecto de ley en Francia que, según publicó el diario El País de España a partir de la difusión que le dio al tema Women´s Wear Daily, instaurará la prohibición de desechar aquellas prendas que no se logran vender. Esta iniciativa, que surge a partir de la Secretaría de Estado del Ministerio de Transición Ecológica, despierta gran esperanza. Es que se calcula que la industria de la moda desecha 500.000 millones de euros de ropa al año. En un ciclo comercial que se renueva temporada tras temporada y que se ve sobredimensionado por las prácticas del fast fashion, las marcas de ropa -sean masivas o del segmento de lujo- suelen deshacerse de sus excedentes, muchas veces realizando quema de productos.
Si evitar el problema de qué hacer con lo que sobra alentara a producir lo meramente necesario, se estaría dando un paso importantísimo en la reducción de la fabricación contaminante.
Aunque aún queda un largo camino por recorrer hasta la implementación de la norma -que podría llegar a estar aprobada a finales de este año-, la iniciativa en Francia es vista con gran esperanza por todo el mundo, ya que podría extender la medida al resto de la Unión Europea y, en el mejor de los casos, al mundo.
Fuente: La Nación