Farmacia y fitoterapia
La farmacopea (farmacia) y la química estudian todas las propiedades terapeúticas y composiciones químicas de las plantas y los vegetales entre otros elementos, para la preparación de medicamentos. Concentrando y mezclando compuestos y principios activos nos ofrecen un preparado, previamente testado. El principio activo se encuentra en muchos casos en muy alta concentración, y algunas veces puede resultar una solución un poco agresiva para patologías leves. Por otra parte, muchas estudios han revelado que la utilización de medicamentos merma el poder autocurativo natural de nuestro organismo, y entre otras cosas, a la larga nos hace más vulnerables e indefensos.
La fitoterapia, aunque también estudia la toxicidad de muchas plantas y drogas, está planteada como una forma de autocuración, con remedios fáciles de prepara y con una actividad más leve, y menos agresiva, que en muchos casos en más que suficiente para curar dolencias o problemas de salud cotidianos.
¿Qué es el principio activo?
El principio activo de una planta es su potencial curativo, la parte química donde residen los ingredientes que la hacen efectiva para una enfermedad o patología en concreto. El principio activo de una planta es lo que se extrae para la elaboración de fármacos o lo que obtenemos en menor concentración en un preparado natural, como infusión, aceite esencial, tintura o jarabe.
Métodos tradicionales de preparados de fitoterapia:
La fitoterapia también estudia la mejor manera de extraer el principio activo de cada planta, de tal manera que guarde sus propiedades y no se vean alteradas, así que dependiendo de la planta, del principio activo y su composición química, será recomendada una preparación u otra. Por otro lado, para su extracción se utilizan 3 sustancias básicas, agua, aceite o alcohol.
Todas estos preparados se llaman tisanas, y se clasifican en 4 grupos principales:
Infusión: se realiza con las hojas o flores de la planta, agua hirviendo y unos minutos de reposo.
Decocción: se realiza con las raíces o corteza de la planta, y el mismo procedimiento que la infusión.
Maceración: se utiliza tanto para cortezas, raíces, flores u hojas. Se deben dejar en remojo en agua fría entre 6 y 12 horas, así se evita dañar los principios activos que son sensibles al calor.
Cataplasmas: es el resultado de mezclar el resultado de una maceración con harina, se envuelve la ‘crema’ caliente en gasas y se deja reposar en la zona del cuerpo afectada hasta que se enfría.
Las plantas medicinales y preparados de fitoterapia presentan menos efectos secundarios que los medicamentos convencionales, no obstante, siempre es recomendable consultar con un experto, y no se deben recolectar ni administrar plantas sin un conocimiento previo de la técnica y sin tener un diagnóstico fiiable, para ello puedes consultar con un naturópata, homeópata, médico o pedir consejo a un farmacéutico o en un herbolario.