Alimentación Consciente

¿Cuál es la mejor dieta para la salud y el planeta según científicos?

Según una comisión de 37 científicos internacionales reunidos por la prestigiosa publicación médica The Lancet, es urgente realizar un cambio en la alimentación mundial y en la agricultura, ya que es necesario evitar la muerte de 11 millones de personas de forma prematura y hacer algo para cambiar el rumbo que nos lleva hacia una catástrofe ambiental.

Durante tres años analizaron la situación actual a niveles de salud, nutrición, sociopolítica y medio ambiente, y llegaron a la conclusión de que más de 3.000 millones de personas tienen una alimentación excesiva o escasa y que producimos más alimentos de los que el planeta puede ofrecer. Esto provoca una pérdida de biodiversidad, una aceleración del cambio climático y una excesiva contaminación por los fertilizantes y la aplicación excesiva de nitrógeno.

Según los expertos, para que podamos comer de forma adecuada y que se sostengan los recursos naturales, debemos urgentemente cambiar nuestra manera de alimentarnos y de producir. Entre esos cambios, algunos de los más importantes son: reducir el consumo mundial de carnes rojas y azúcar; duplicar la ingesta de frutas, verduras y legumbres; que el sector agrícola y ganadero deje de emitir dióxido de carbono y reduzca drásticamente la contaminación de nitrógeno y fósforo; limitar el uso de agua y no aumentar más el uso de tierras; reducir un 50% el desperdicio alimenticio.

“La comida que comemos y cómo la producimos determina la salud de las personas y el planeta, y actualmente estamos cometiendo un grave error”, explica uno de los miembros de la comisión, el profesor Tim Lang, de la Universidad de Londres, en el comunicado de prensa del informe. “Necesitamos una revisión importante, para cambiar el sistema alimentario mundial a una escala que no se haya visto antes de manera apropiada a las circunstancias de cada país”.

Si bien es cierto que el aumento de la producción de alimentos ha contribuido a mejorar la esperanza de vida y reducir el hambre y la mortalidad infantil, sus beneficios ahora se ven contrarrestados por los cambios globales hacia dietas poco saludables, con alto contenido en calorías, azúcar, almidones refinados y, en general, una dieta con gran presencia de alimentos de origen animal y poca cantidad de frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, frutos secos y semillas, y pescado, según apunta esta comisión.

Los científicos proponen un patrón dietético que cumple con varios objetivos: dar cobertura a los requisitos nutricionales de la población mundial, promover la salud y facilitar la sostenibilidad en la producción de alimentos. Esos cambios deberían haberse aplicado antes del año 2050, para cuando se espera que en la Tierra habiten 10.000 millones de personas. Cambios profundos que comportan disminuir en más del 50% el consumo de carne roja y azúcar, a la vez que se duplica el consumo de nueces, frutas, verduras y legumbres.

Según los científicos, esta alimentación implantada a nivel global podría evitar entre 10,9 y 11,6 millones de muertes prematuras al año, lo que reduciría las muertes de adultos entre un 19 y un 23,6%.

Y es que implantar este tipo de alimentación conseguiría mejorar la ingesta de la mayoría de los nutrientes, aumentando el consumo de ácidos grasos mono y poliinsaturados saludables y reduciendo el de grasas saturadas poco saludables. También subiría el consumo de micronutrientes esenciales (como el hierro, el zinc, el folato y la vitamina A, así como el calcio en los países de bajos ingresos), exceptuando la vitamina B12, cuya suplementación puede ser necesaria en algunas circunstancias.

 

Fuente: La Vanguardia